El negativismo en la infancia, un estilo de enfrentarse a la vida que se puede cambiar
Algunos niños parecen que tienen un don especial para detectar lo que va mal en cualquier situación. A pesar de que haya muchos aspectos positivos, ellos tienen la habilidad de darse cuenta y de comentar todo tipo de problemas, incluso los más pequeños e irrelevantes. Para los padres puede ser muy duro el tener hijos que se centran en los problemas y que con frecuencia tienen un punto de vista negativo sobre las cosas, ya que seguro que lo que usted quiere es que su hijo sea feliz y probablemente se esfuerza por conseguirlo.
Los niños que tienden a ser negativos se sienten con frecuencia felices… eso sí, siempre que todo vaya bien. Y ahí reside precisamente problema, porque en la vida no todo va siempre bien. En la vida de un niño negativista una pequeña adversidad basta para arruinarlo todo.
Los niños con tendencias negativistas son maestros a la hora de detectar los problemas; es como si los inconvenientes, las imperfecciones o las injusticias se lanzasen sobre ellos ampliados y multiplicados; sienten la necesidad de destacar todo aquello que no está bien o no es justo; y es fácil que se sientan cada vez más indignados cuando se intenta hacerles cambiar de punto de vista.
Negativismo no es lo mismo que tristeza ni que depresión, que se caracteriza por sentimientos continuos de tristeza e irritabilidad. El negativismo es un estilo cognitivo, no es un estado de ánimo, sino una forma de pensar, una forma de enfrentarse a la vida.
Esta forma de pensar se caracteriza por una tendencia general a centrarse en lo que va mal, aunque haya otras muchas cosas que vayan bien. El objetivo a perseguir no es únicamente que el niño deje de quejarse, sino que estos niños se enfrenten a su problema de negativismo intenten superarlo, que se hagan más fuertes ante las contrariedades y que sean capaces de concentrarse en los aspectos positivos en lugar de quedarse sumidos en los negativos.
Algunas claves para ayudar a conseguir este objetivo son:
- Dejar de tratar de convencer al niño de que no sea negativo, no darle explicaciones lógicas y hacer lo posible por no enfadarse ni irritarse.
- En lugar de responder a las quejas concretas del niño, tratar de comprender sus sentimientos. Puede decirle por ejemplo “me parece que estas enfadado”.
- Anímele a dar pasos en la dirección correcta, si usted anticipa que el niño va a tener éxito, estará ayudando a que el éxito sea una realidad.
- Usar el sentido del humor de una forma graciosa pero no insultante.
- Trabaje la importancia del esfuerzo desde pequeño. Que sepa que ante las adversidades, la respuesta no es la queja ni verbalizaciones negativas como ‘no puedo’, ‘es que muy difícil’, ‘a mí no me sale’….
- Refuércele mucho cuando algo le sale bien, que se sienta importante y orgulloso
- Atiéndale también cuando no tiene una actitud pesimista, que vea que tiene más atención en positivo que en negativo.
- Cuando está muy bloqueado no es el momento de hablar con él ni de hacerle razonar. Es mejor esperar a que se le pase, pues por mucho que le intentamos que vea las cosas de forma positiva, primero necesita ‘desconectar’ antes de seguir con la tarea.
- Enseñe al niño a aceptarse como es. Tenemos que aprender a querernos y aceptarnos como somos desde pequeños con nuestras limitaciones. No siempre se puede ser el mejor jugando al futbol, o al baloncesto. Lo importante es esforzarse para hacer las cosas lo mejor posible.
- No olvidemos que la principal fuente de aprendizaje de los niños es el modelado. Los niños copian a sus adultos de referencia que sus padres. Seamos un modelo de superación ante las adversidades, no de negatividad.