Queremos compartir con vosotros y vosotras este fantástico vídeo realizado por la Psiquiatra Anabel González que nos enseña de una manera sencilla y amena varias claves para llevar lo mejor posible esta situación de pandemia por el COVID19 en la que nos encontramos.
Son muchas las emociones negativas que podemos estar sintiendo; como miedo, ansiedad, incertidumbre, cansancio o enfado, y posiblemente se mantendrán durante bastante tiempo mientras dure esta crisis sanitaria y social, incluso quizás tendremos que aceptar que algunas sensaciones vienen para quedarse o al menos convivir un tiempo largo con nosotros/as.
Por ello, es más más importante que nunca aprender y conocer distintas estrategias de regulación emocional, de manera que sepamos qué ayuda y qué no a la hora de cuidar nuestro estado emocional, que repecutirá a su vez en el de las personas que están a nuestro lado.
Os animamos a dedicar unos minutos a ver este vídeo que nos ayudará a poder seguir cuidándonos a pesar de las circunstancias adversas, y quizás aprender por el camino lo que estas emociones menos agradables también tienen que enseñarnos.
Desde hace algunos años, es cada vez más frecuente leer y escuchar distintas informaciones sobre las emociones. Nuestra sociedad parece más consciente de la importancia de las mismas, y nos anima a saber más de ellas para poder manejarlas mejor.
Términos como inteligencia emocional están cada vez más presentes en nuestro día a día, y se trata sin duda de una cuestión que nos afecta a todos y todas por igual y suscita gran interés.
Sin embargo, este aumento de información no siempre trae consigo un mejor conocimiento del ámbito emocional, sino que por el contrario, con demasiada frecuencia se crean mitosoleyendas sobre las emociones, que lejos de ayudarnos a mejorar su manejo, nos confunden y generan mayor malestar.
Te proponemos analizar alguno de ellos para generar un conocimiento más veraz y verdaderamente útil:
Mito 1: Hay emocione positivas y negativas
A pesar que identificamos emociones desagradables y agradables, esto no implica que unas sean “malas” y otras “buenas”, pues realmente todas ellas son necesarias y adaptativas. Es decir, gracias a todas las emociones que sentimos, estamos aquí como especie. Por ejemplo, la emoción de miedo resulta necesaria para poder reaccionar ante una situación que identificamos como amenaza y protegernos: Ej: Cuando nuestros antepasados se enfrentaban a animales salvajes, necesitaban sentir medo para reaccionar y poder proteger su vida , y del mismo modo nos sucede en ahora con los diversos peligros a los que nos podemos enfrentar.
Por tanto, podemos decir que aunque es cierto que algunas emociones son más agradables que otras, el fin último es de nuestras emociones es nuestra supervivencia, y por tanto, todas son necesarias y ninguna resultará negativa.
Mito 2: Algunas emociones son peligrosas
Como ya hemos dicho, es falso que algunas emociones sean negativas o perjudiciales, pues en origen, todas son sanas y necesarias. Valoramos sin embargo que puede existir un problema, cuando alguna de ellas aumenta excesivamente en duración, frecuencia o intensidad; de manera que pierda la utilidad para nosotros, pero en ningún caso la emoción en sí es peligrosa, pues si existe, es porque nuestro cuerpo está preparado para ella y tiene una función.
Mito 3: Mostrar emociones es de débiles
Esta afirmación no resulta novedosa, pues desgraciadamente se ha transmitido de generación en generación durante demasiado tiempo. Especialmente para el género masculino, ha resultado un tabúla expresión emocional, considerándose que quien se permite mostrar sus emociones, no era lo suficientemente “fuerte” (ej: “los verdaderos hombres no lloran…”)
Sin embargo, los últimos estudios indican que mostrar emociones no sólo es una necesidad para el ser humano, sino que cuando se nos impide o nos impedimos a nosotros mismos la expresión de nuestras emociones, nos sentimos doblemente mal.
El buen manejo emocional pasará entonces por ser capaz de no sólo reconocer y aceptar nuestras emociones, sino expresarlas en la medida que nos resulte necesario y beneficioso, alejándonos del mito de que por ello somos más vulnerables.
Mito 4: Para ser feliz, hay que tratar de estar alegre siempre.
La alegría es una emoción agradable, que nos gustaría sentir constantemente. A pesar de eso, no es posible estar alegre todo el tiempo. ¿Por qué? Pues porque tal y como hemos visto, las emociones que no son tan agradables de sentir (miedo, rabia, tristeza…) son igual de necesarias, y no podemos prescindir de ellas, están ahí por algo.
Las emociones como el miedo, la tristeza o la rabia, sirven para conectar con nosotros mismos, reflexionar, valorar lo que tenemos, ser precavidos y poner límites.
Al contrario de lo que se piensa, difícilmente podemos tener bienestar sin éstas emociones menos agradables, que nos ayudan a anticipar peligros, a cuidar de nosotros y a contar con apoyo social.
Mito 5: El enfado y la rabia son emociones que tengo que evitar
A muchas personas nos han enseñado desde pequeños que mostrarnos enfadados y sentir rabia está mal, y por tanto, como adultos hemos aprendido ocultar estos sentimientos y no mostrarlos, teniendo la sensación de “tener que tragarlos”. Pero sin duda, también hemos notado a veces, como el vaso se desborda, explotando de repente y expresando estos sentimientos en su grado extremo (“perdiendo los papeles”).
Estos son algunos de los riesgos de creer este mito y tratar de evitar estos sentimientos. La emoción de enfado es una emoción necesaria, para poner límites en nuestra vida, defender nuestros derechos y no dejarnos pisar por los demás.
Si cuando nos enfadamos, podemos expresar lo que sentimos, de una manera respetuosa y sana, esto nos va a liberar mucho peso y nos va a permitir poner límites en nuestra vida.
Mito 6 : Si me distraigo, la tristeza desaparece.
Cuando nos distraemos, lo que ocurre simplemente es que la tristeza queda aparcada, pero sigue dentro de nosotros. Distraernos puede servir en el momento, para dejar de estar tristes, pero en otra situación, momento o lugar esa tristeza si no se resuelve, va a volver a nuestro cuerpo.
Al contrario de lo que muchas veces nos dicen, es importante que nos dejemos sentir en el cuerpo la tristeza, la sensación física, llorando sí así lo necesitamos.
Sólo si dejamos la tristeza salir, y no la reprimimos, si le expresamos al otro cómo nos sentimos, la tristeza irá poco a poco cumpliendo su función para terminar desapareciendo.
Mito 7: Hay que vencer al miedo
A veces se nos transmite que el miedo es un enemigo contra el que hay que luchar, teniendo que enfrentarnos a él. Aunque es cierto que si nos dejamos arrastrar por él, puede ser muy limitante en nuestra vida, la solución no siempre será obligarnos a vencerle, es decir, tratar de no sentir miedo ante una situación determinada, pues esto no siempre es posible.
Si en vez de ponernos el miedo delante para que nos bloquee, le dejamos que nos acompañe, en vez de ser un enemigo, lo convertimos en aliado. Y entonces podemos encontrarnos realizando acciones que nos dan miedo, a pesar de él. Eso va a hacer que el miedo al final solo salga, para protegernos en momentos que verdaderamente lo necesitemos.
Mito 8: Las emociones son permanentes
Sin duda, es fácil creer esto cuando estamos sintiendo fuertes emociones desagradables, como tristeza, enfado o miedo. En estos momentos nos parece la emoción no va a desaparecer nunca y fuera a durar para siempre, pero esto no es más que una sensación más.
Pues en realidad, todas las emociones vienen y van. Ej Como una ola en el mar, viene y va. Siempre que hagamos el proceso correcto, que tiene que ver con los procesos de sentir la emoción en nuestro cuerpo, observarla, identificar qué emoción es, dejarla que se quede en nosotros un rato y expresarla si es necesario, veremos como poco a poco va desapareciendo y bajando su intensidad, pues ninguna emoción es permanente.
Algunos niños parecen que tienen un don especial para detectar lo que va mal en cualquier situación. A pesar de que haya muchos aspectos positivos, ellos tienen la habilidad de darse cuenta y de comentar todo tipo de problemas, incluso los más pequeños e irrelevantes. Para los padres puede ser muy duro el tener hijos que se centran en los problemas y que con frecuencia tienen un punto de vista negativo sobre las cosas, ya que seguro que lo que usted quiere es que su hijo sea feliz y probablemente se esfuerza por conseguirlo.
Los niños que tienden a ser negativos se sienten con frecuencia felices… eso sí, siempre que todo vaya bien. Y ahí reside precisamente problema, porque en la vida no todo va siempre bien. En la vida de un niño negativista una pequeña adversidad basta para arruinarlo todo.
Los niños con tendencias negativistas son maestros a la hora de detectar los problemas; es como si los inconvenientes, las imperfecciones o las injusticias se lanzasen sobre ellos ampliados y multiplicados; sienten la necesidad de destacar todo aquello que no está bien o no es justo; y es fácil que se sientan cada vez más indignados cuando se intenta hacerles cambiar de punto de vista.
Negativismo no es lo mismo que tristeza ni que depresión, que se caracteriza por sentimientos continuos de tristeza e irritabilidad. El negativismo es un estilo cognitivo, no es un estado de ánimo, sino una forma de pensar, una forma de enfrentarse a la vida.
Esta forma de pensar se caracteriza por una tendencia general a centrarse en lo que va mal, aunque haya otras muchas cosas que vayan bien. El objetivo a perseguir no es únicamente que el niño deje de quejarse, sino que estos niños se enfrenten a su problema de negativismo intenten superarlo, que se hagan más fuertes ante las contrariedades y que sean capaces de concentrarse en los aspectos positivos en lugar de quedarse sumidos en los negativos.
Algunas clavespara ayudar a conseguir este objetivo son:
Dejar de tratar de convencer al niño de que no sea negativo, no darle explicaciones lógicas y hacer lo posible por no enfadarse ni irritarse.
En lugar de responder a las quejas concretas del niño, tratar de comprender sus sentimientos. Puede decirle por ejemplo “me parece que estas enfadado”.
Anímele a dar pasos en la dirección correcta, si usted anticipa que el niño va a tener éxito, estará ayudando a que el éxito sea una realidad.
Usar el sentido del humor de una forma graciosa pero no insultante.
Trabaje la importancia del esfuerzo desde pequeño. Que sepa que ante las adversidades, la respuesta no es la queja ni verbalizaciones negativas como ‘no puedo’, ‘es que muy difícil’, ‘a mí no me sale’….
Refuércele mucho cuando algo le sale bien, que se sienta importante y orgulloso
Atiéndale también cuando no tiene una actitud pesimista, que vea que tiene más atención en positivo que en negativo.
Cuando está muy bloqueado no es el momento de hablar con él ni de hacerle razonar. Es mejor esperar a que se le pase, pues por mucho que le intentamos que vea las cosas de forma positiva, primero necesita ‘desconectar’ antes de seguir con la tarea.
Enseñe al niño a aceptarse como es. Tenemos que aprender a querernos y aceptarnos como somos desde pequeños con nuestras limitaciones. No siempre se puede ser el mejor jugando al futbol, o al baloncesto. Lo importante es esforzarse para hacer las cosas lo mejor posible.
No olvidemos que la principal fuente de aprendizaje de los niños es el modelado. Los niños copian a sus adultos de referencia que sus padres. Seamos un modelo de superación ante las adversidades, no de negatividad.
Una vez terminadas las fiestas de Navidad y comenzado el nuevo año, muchas personas nos encontramos en el difícil momento de comenzar a dirigirnos hacia esos nuevos propósitos y objetivos que nos habíamos planteado. Esto no siempre es fácil, pues emociones como desgana, miedo, desesperanza y desmotivación frecuentemente aparecen una vez pasados los momentos iniciales de mayor entusiasmo y energía, cuando parecía que todo era posible y fácil.
Todo ello es normal, pero si nos dejamos arrastrar por estas emociones negativas, es posible que terminemos procrastinando algunas decisiones y acciones que nos parecían importantes, y como consecuencia, a la larga nos sintamos frustrados/as, enfadados/as y decepcionados/as con nosotros/as mismos/as.
Si éste es tu caso, te proponemos eches un vistazo a estos sencillos pasos en forma de preguntas hacia uno/a mismo/a que te pueden ayudar a reflexionar y comenzar a movilizartede una manera eficaz para lograr tus propósitos.
La primera pregunta que te proponemos te hagas es:
¿Estás satisfecho/a con el rumbo que lleva tu vida?
El comienzo de cualquier cambio es tomar conciencia y destinar tiempo a reflexionar sobre lo que realmente queremos. No lo que nos dicen que debemos querer, o lo que hasta ahora creíamos que era lo adecuado, sino lo que realmente se ajuste con nuestros valores y objetivos en la vida. Te proponemos dediques el tiempo suficiente a analizar las distintas áreas de tu vida (personal, laboral, ocio, espiritual, etc.) y puedas responderte a algunas preguntas como éstas:
¿Qué es lo que realmente te llena, te satisface?
¿Le dedicas el tiempo suficiente a lo que has identificado?
¿Por qué y para quién haces lo que haces?
Una vez reflexionado sobre éstas cuestiones y determinado qué es lo realmente importante para ti, te proponemos que te plantees?
¿Dónde estás?
¿Cuál dirías que es tu situación actual respecto a los aspectos verdaderamente significativos para ti?.
¿Hay alguna área que estés dejando “olvidada” y sea realmente importante?
¿Te sientes insatisfecho con algún aspecto de tu vida?
Es importante responderte con sinceridad a esta cuestión, pues cuando nos engañamos y no somos honestos con nosotros/as mismos/as, aparecen sensaciones de insatisfacción general, irritabilidad y de “estar a la deriva”, sin saber por qué.
Una vez hecha esta segunda reflexión podremos comenzar a concretar:
¿Qué te gustaría cambiar?
Defínelo lo más concretamente que puedas, aunque te parezca difícil e inalcanzable. Marcar el objetivo hacia el que queremos ir es el primer paso para comenzar a tomar nuevas decisiones, y debemos comprender que, finalmente, son las decisiones, o la falta de ellas, las que marcan nuestra dirección y nuestro destino. ¡Tómalas!.
De esta manera podrás poner rumbo hacia lo que es realmente importante para ti y te acerque hacia eso que deseas.
¿Cuál es el primer paso que puedes dar para comenzar ese cambio que deseas conseguir?
Te proponemos que no sea tu pasado, tus creencias o las circunstancias quienes determinen tu futuro, sino que seas tú quien cada día y desde el presente, decida qué pasos puedes dar para tomar diferentes decisiones o poner en marcha nuevas acciones. Concrétalo y comienza por aquellas que te parezcan más sencillas. Hoy no cambiará toda tu vida, pero sí puedes decidir pequeñas cosas para cambiar tu día a día, y ese nuevo rumbo te llevará por un camino más gratificante y a la larga, más satisfactorio.
Por último, te proponemos que con regularidad te preguntes:
¿Estoy caminando en la dirección en la que realmente quiero ir?
Aunque hayamos pasado ya a la acción y comenzado a realizar esos cambios planteados, es posible que sin darnos cuenta, y ante alguna dificultad, volvamos en algún momento a nuestros viejos hábitos. También nos podemos dejar llevar a veces por antiguas creencias o pensamientos desalentadores, invadiéndonos la desesperanza y corriendo el riesgo de “tirar la toalla” y desviarnos de la dirección que habíamos elegido.
Es importante no vivir estos momentos como una vuelta atrás, sino darnos cuenta de ello y recordar que siempre puedo ajustar mis pasos para recuperar el camino por el que deseo avanzar.
Son nuestras acciones las que van a provocar los cambios y los resultados que buscamos, no os simples deseos y propósitos, por lo que PONTE EN MARCHA.
Los días festivos y periodos vacacionales como los que se aproximan, suelen ser fechas en las que los niños y niñas de padres separados, pasarán posiblemente unos días con cada progenitor.
Esto no tiene por qué ser un problema, pues recordemos que hijos de parejas en constante conflicto tienen más dificultades que aquellos cuyos padres ya no están juntos. Una separación no tiene por qué conllevar un trauma para los hijos, y la adaptación puede ser muy positiva, siempre que se maneje de manera adecuada con el otro progenitor.
Como padres y madres, el fin último que perseguiremos será siempre el bienestar del menor, y para ello, es importante tener presente que:
Os necesita a los dos: Los hijos/as no pueden ser árbitros; no le pidas en ningún caso que tome partido por uno de los dos, porque vivirán un conflicto de lealtades que sólo les dañará. Por el contrario, tratar de equilibrar el tiempo que pasa con cada uno, resultará beneficioso a la larga, pues se sentirá querido y apoyado por sus dos progenitores.
Evitar los secretos: Que tu hijo/a mantenga una relación fluida con el otro progenitor y con la familia extensa (abuelos, tios…), le proporcionará estabilidad psicológica. Para ello, hay que facilitarle que hable con absoluta libertad con tu expareja y su familia. Incluso alentarle a compartir buenas noticias u otras informaciones que para él o ella sean importantes durante el periodo que pasen juntos.
Respeto: Transmitir la importancia del otro progenitor. Aunque pensemos de manera diferente, ninguno es mejor que el otro, y será importante fomentar el amor y respeto del niño/a hacia el otro progenitor. Evita juicios de valor o críticas cuando tu hijo/hija esté delante, y por el contrario anima a tu hijo/a a disfrutar de la compañía del otro progenitor cuando esté con él/ella.
No comportarse de manera posesiva: Aunque la relación con la ex pareja no sea buena, siempre será importante en la vida de tu hijo/a. Si tratamos de separarle o disminuir el número de días que pasan juntos, a la larga sólo perjudicamos al menor. Le privamos así de una parte importante de su vida, y es posible que con los años llegue a sentir resentimiento y enfado hacia el progenitor que “le separó” del otro, produciéndose el efecto contrario al deseado.
Los hijos/as no deben ocupar el papel de la pareja que ya no está: Ser el “hombrecito” de la casa sólo ejerce una presión en el niño innecesaria, además de confusión de roles. Aunque la pareja esté separada, el lugar de hijo/a no ha cambiado. Evitaremos por tanto compartir confidencias o informaciones no adecuadas para su edad y condición, como cuestiones que compartiríamos con la pareja en caso de seguir juntos; para ello, buscaremos a otras personas.
Los hijos/as no son nuestros aliados/as:No es recomendable compartir secretos o utilizarle como confidente, aunque tú pases más tiempo con él/ella. Tampoco debes utilizarle como mensajero (“dile a tu madre/padre….” ) ni espía de lo que hace el otro progenitor en los periodos que pasen juntos.
Anímale a que disfrute los días festivos que pasará con el otro progenitor: Aunque para tí sea complicado, nunca trasmitas al menor tu tristeza porque se marche con tu ex pareja y no se quede contigo. Trata de no llamarle con excesiva frecuencia, y cuando os comuniquéis, centrarte en las cosas positivas que estáis viviendo, también por separado.
Por último, recuerda que aunque estemos separados, la educación es cosa de los dos, y debe consensuarse para evitar problemas en los niños/as. Tratar de mantener sus rutinas y costumbres en los periodos vacacionales ayudará también a fomentar su bienestar.
Sabemos que rara vez podemos elegir las circunstancias de nuestra vida, pero sí podemos escoger cómo nos las tomamos. A menudo al reflexionar sobre nuestras circunstancias actuales o nuestro futuro, nos damos cuenta de que el contexto en el que estamos inmersos, o simplemente lo que nos está sucediendo por diferentes circunstancias, no es lo que hubiéramos elegido y en ningún caso es lo ideal. Sin embargo, no siempre está en nuestra mano cambiarlo (como en el caso de problemas de salud) y en ocasiones sólo podemos aceptarlo y decidir cómo lo afrontamos.
Por supuesto que el optimismo no va a borrar las dificultades y los obstáculos del camino, pero sí hará que tu actitud cambie y puedas conectar con tu fuerza interna, focalizándote en la solución de los problemas sin hundirte más con ellos. Sin optimismo no hay confianza en uno/a mismo/a ni en los demás, por lo desaparece la posibilidad de avance, progreso y búsqueda de la serenidad.
Te proponemos que hagas la prueba de observar cómo te sientes cuando caes en el pesimismo, la amargura o el cinismo; también observa la reacción de las personas a tu alrededor. Si te gusta, no cambies nada. De no ser así, aquí van unas pautas que quizás te puedan ayudar para poder reenfocarte y decidir comenzar esta semana con una nueva actitud:
El optimismo es el mejor antídoto contra la frustración y el círculo vicioso de la negatividad. Hemos de ser conscientes de que una vez que entramos en la espiral descendente del desaliento, nos será muy difícil encontrar la energía para poder luchar.
El optimismo se puede aprender e inculcar desde la niñez. Podemos enseñar a nuestros hijos/as a ser capaces de adaptarse a las dificultades con flexibilidad y ánimo, y es imprescindible que vean en nosotros/as el primer ejemplo, pues seremos su modelo a imitar.
Enfoquémonos en reforzar nuestras fortalezas. En lugar de caer en la culpa y flagelarnos por los errores que cometemos, prestemos más atención a las cosas que hacemos bien y felicitémonos sin esperar que lo hagan otros. Celebremos nuestros progresos (por insignificantes y obvios que parezcan) y ofrezcámonos pequeños premios.
Imaginemos escenas positivas antes de dormir. En lugar de repasar al acostarnos todos los problemas que tenemos y anotar mentalmente lo que nos queda por hacer, es mucho más recomendable tratar de relajarse recordando momentos placenteros y visualizar escenas que nos hagan sentir bien.
Agradece al menos tres cosas cada día. Un buen hábito parar cerrar el día es tratar de anotar o comentar al menos tres aspectos que estén presentes en tu vida por los que te sientes agradecido/a. No han de ser grandes motivos, pero simplemente poder pasar de fijarnos en lo que nos falta a centrarnos en lo que ya está presente y percibir gratitud, es un gran cambio que modificará a la larga nuestra percepción del mundo.
Y sobre todo, no nos dejemos desalentar por las malas noticias, los agoreros ni los amargados.El futuro pertenece a aquellos que ven las oportunidades en medio de las dificultades.
“No puedo cambiar la dirección del viento, pero puedo ajustar mis velas para llegar siempre a mi destino”. (Jimmy Dean)
La ira es una respuesta emocional que nos arrastra a hacer y decir cosas de las que a menudo nos arrepentimos después. Estos impulsos irracionales son muchas veces la causa de la mayoría de las peleas de pareja, familiares o en nuestro trabajo.
Sin duda, la mejor manera de solucionar un conflicto es no empezarlo. Las discusiones a menudo se producen como una onda expansiva desproporcionada. Un pequeño malentendido en un momento dado puede acabar acarreándonos tensiones durante días. Cada día tenemos decenas de oportunidades para enfadarnos, pero de nosotros depende dejar o no que la bomba estalle.
El primer paso para vencer la ira es reconocerla y si ante una discusión poneos el foco en nuestras emociones, lograremos regularlas en gran medida. Un segundo paso sería relativizar el hecho que nos ha sacado de nuestras casillas, tomar distancia…”¿es realmente importante?”. Se trata de otorgar la justa importancia. El tercer paso, cuando estamos en caliente, es no reaccionar de inmediato. Si dejamos que la bomba explote, solo lograremos desencadenar más reacciones de ira.
Guiarte Psicólogos te recomienda 10 estrategias para controlar nuestra ira:
PRACTICAR LA PACIENCIA. Esperar en lugar de reaccionar de inmediato.
PONERNOS EN EL LUGAR DEL OTRO.
VER LOS CONFLICTOS A TRAVÉS DEL HUMOR. Cuando somos capaces de reírnos de un problema somos capaces de desdramatizarlo.
NUNCA DISCUTIR EN CALIENTE.
EVITAR PENSAMIENTOS DEL TIPO “yo en su lugar hubiera dicho/hecho…”
BUSCAR ESPACIOS DE DIÁLOGO.
MEDIR LAS PALABRAS QUE USAMOS CON LOS DEMÁS.
DEJAR DE ANALIZAR AL OTRO. Dar demasiadas vueltas a lo que el otro ha dicho o hecho conduce a la crispación.
VALORAR A LA PERSONA GLOBALMENTE, y no por la última vez que nos ha podido enfadar.
LO BUENO DE CADA UNO, GUARDARLO EN LA MEMORIA.
“Estar enfadado es como coger un trozo de carbón candente
para tirarlo a tu enemigo; al final, eres tu quién se quema” (Buda)
La Asertividad es la capacidad de comunicar lo que sentimos de forma efectiva y respetuosa a las personas de nuestro entorno. La asertividad se encuentra entre dos modos de comunicación extremos: la agresividad y la pasividad. El asertivo no agrede verbalmente al interlocutor, pero tampoco se somete a su voluntad. Encuentra el punto medio a través del respeto y de la expresión de las propias necesidades.
Algunas ventajas de este estilo de comunicación son:
Logramos nuestro objetivo sin dañar a nadie
Respetamos a nuestro interlocutor y a nosotros mismos
Nos expresamos con franqueza y sinceridad, pero cuidando no herir
Actuamos desde la autenticidad y nuestros propios valores
Desde Guiarte Psicólogos te proponemos algunos trucos para conseguir ser más asertivo al hablar:
Hazlo siempre desde tus sentimientos y necesidades, en primera persona (yo siento/quiero,pienso…), en lugar de generalizar o señalar al otro.
Promueve el diálogo a través de preguntas, sin tratar de irritarte porque el otro piense de otra manera.
Escucha activamente, sin que tu discurso mental te impida prestar plena atención.
Mantén un contacto visual directo pero sin que resulte intimidatorio.
Habla desde la amabilidad, pide las aclaraciones que consideres necesarias.
Si no somos capaces de respetar nuestros deseos, corremos el riesgo de caer en la dependencia emocional. Esto puede suceder como consecuencia de pensar que si decimos lo que pensamos podemos perder al otro, invadiéndonos una importante sensación de culpa. Para evitar caer en esta trampa mental, es importante recordar los DIEZ DERECHOS ASERTIVOS:
Tienes derecho a tener tus propias opiniones y creencias. Que a veces no coincidan con las de la mayoría o lo establecido no significa que estés equivocado.
Tienes derecho a decir NO. Anteponer tus necesidades a las de los demás no te hace egoísta o desconsiderado, no siempre podemos contentar a todo el mundo.
Tienes derecho a cometer errores y equivocarte, forma parte del aprendizaje, no te avergüences.
Tienes derecho a pedir ayuda o apoyo emocional si lo necesitas y a expresar tu dolor.
Tienes derecho a cambiar de opinión y a decir “no lo sé”. Las personas evolucionamos a lo largo de nuestra vida, cambiar de opinión o no saber algo no te hace menos válido.
Tienes derecho a no necesitar la aprobación de los demás. Cada persona es válida por el hecho de ser persona, no por lo que los demás piensen de ella.
Tienes derecho a no tener que justificar tu comportamiento y a tomar tus propias decisiones, sin tener que dar excusas por ello.
Tienes derecho a pedir lo que quieres y a aceptar un NO por respuesta.
Tienes derecho a ser tratado con dignidad y respeto, si no es así puedes reclamarlo.
Tienes derecho a ser tu propio juez.
Se trata de que nuestra propias necesidades puedan convivir con las de los demás. A corto plazo cambiar nuestra forma de comunicarnos puede resultar algo llamativo y provocar algún comentario; pero a medio y largo plazo conseguiremos relaciones mucho más auténticas, honestas y enriquecedoras.
Parece claro que todos y todas deseamos el mayor tiempo de bienestar que podamos alcanzar, y que las sensaciones desagradables tengan la mayor brevedad posible. Para ello, es importante aprender estrategias para manejar las mismas y poder afrontar los malos momentos de la manera más adaptativa. Pero sin duda, también será positivo dedicar cierto esfuerzo y dedicacióndiaria a la conquista de emociones más agradables y deseadas, como la alegría o la tranquilidad.
En ocasiones somos nosotros/as mismos/as quienes adoptamos actitudes muy rígidas o centradas en las sensaciones que queremos superar, como la tristeza o ansiedad, resultando contraproducente en la búsqueda de nuestro bienestar y alejándonos de la felicidad, ¿es éste tu caso?
Te proponemos realizar este sencillo CUESTIONARIOque te ayudará a reflexionar sobre si dedicas suficiente tiempo y atención a la búsqueda de sensaciones agradables, o por el contrario a veces puedes ser el peor enemigo o enemiga de tu alegría.
¿Haces algo para sentirte bien?
1. En mi casa…
a) Hay mucha luz del sol.
b) Hay más bien claridad natural.
c) Es un apartamento interior.
2. Cada día…
a) Conduzco más de dos horas.
b) Hago una hora de ejercicio.
c) Ninguna de las anteriores
3. Cuando tengo oportunidad…
a) Pienso en mi futuro.
b) Salgo al campo
c) Voy de compras
4. Tengo más bien…
a) Poco tiempo.
b) Proyectos.
c) Aficiones.
5. El lugar donde vivo…
a) Es muy tranquilo y sólo se oyen los sonidos de la naturaleza.
b) Se oyen de lejos los murmullos de los vecinos.
c) Se oye permanentemente ruido de tráfico y otros sonidos molestos.
6. El deporte que hago es…
a) Ver la TV.
b) Cada semana.
c) De vez en cuando y si me llaman.
7. Los colores con los que está decorada mi casa…
a) Me hacen sentir muy a gusto.
b) No sabría decir cómo me hacen sentir.
c) Los eligió alguien con quien no comparto el gusto.
8. Lo bueno de un día en el campo…
a) No es mejor que lo bueno de un día en la ciudad.
b) Es que satisface una necesidad básica.
c) Es que te distraes.
9. En mis ratos libres…
a) Quedo con alguna amistad.
b) Estoy más bien solo/a.
c) Quedo con mucha gente.
10. El olor de mi hogar…
a) Me da seguridad.
b) Me pasa desapercibido.
c) No me gusta y lo noto al entrar.
11. El color del cielo es…
a) Algo que paso por alto.
b) Siempre diferente.
c) El día que hace.
12. Me costaría prescindir de tomar cada día…
a) Pan y pastas.
b) Café.
c) Fruta y verdura.
Resultados: Calcula tus respuestas transformando las opciones a,b ó c elegidas en S P ó I según corresponda.
S P I S P I
a b c 7. a b c
b c a 8. b c a
b c a 9. c a b
c b a 10. a b c
a b c 11. b c a
b c a 12. c a b
Mayoría de respuestas S: Eres una persona de costumbres sanas, conserva tu gran sentido común y tu instinto para acercarte y valorar las sensaciones agradables. Acostumbras a crearte entornos satisfactorios y a cuidarte. Has sabido aprender lo que realmente deseas y es bueno para ti. Continúa en esta línea, ¡la alegría de vivir no tiene límites!
Mayoría de respuestas P: Eres práctico/a. Tu sentido de la utilidad puede estar apartándote de la finalidad primordial de ser feliz. Puedes hacer más por escucharte y disfrutar de la vida sin preocuparte tanto. No dejes que la sociedad pese más que tu sensibilidad: ¡si hay alguna verdad, está dentro de ti!
Mayoría de respuestas I: Urge que cambies de vida. Estás siendo casi cruel contigo mismo/a. Puedes empezar por las cuestiones externas y continuar por tus costumbres. Sólo puedes ser feliz con tu cuerpo, empieza a tratarlo con cariño y te lo agradecerá pidiéndote más.
Universalmente, la familia sigue siendo considerada aún como la unidad básica de la sociedad. Es uno de los vínculos afectivos más poderosos.
¿Desde cuándo y para qué se celebra este día?
El Día Internacional de la Familia, que se celebra todos los años el día 15 de mayo, fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 47/237 del 20 de septiembre de 1993, con el objetivo de aumentar el grado de concienciación acerca de los temas relacionados con la familia y fomentar los lazos familiares.
A través de esta celebración anual, se refleja la importancia que la comunidad internacional otorga a las familias, como unidades básicas de la sociedad, así como su preocupación en cuanto a su situación en todo el mundo. La ONU reconoce y afirma la importancia de la familia como un lugar privilegiado para la educación. La familia es el lugar de crecimiento, donde encontramos protección y seguridad.
Además, el Día Internacional de la Familia se presenta como una alternativa lógica y razonable al Día del Padre y el Día de la Madre. Porque los tiempos avanzan, y los modelos familiares también. Hoy en día disfrutamos de gran variedad de tipos de familias: homosexuales, monoparentales, reconstituidas, etc, y este día se presenta como una oportunidad de reconocer a todas ellas desde la tolerancia y la igualdad.
¿Cuál es el lema de este año?
El lema de este año es: “Familias, educación y bienestar”, una temática que pretende resaltar la importancia del trabajo de todos los miembros de la familia que se dedican al cuidado de sus hijos, padres, hermanos, nietos, etc.
Además, la Organización de Naciones Unidas se focaliza en “las buenas prácticas dirigidas a conciliar la vida familiar y laboral y a asistir a los progenitores en su papel de educadores y cuidadores«, a través del fomento de políticas orientadas a la educación y el bienestar de sus miembros, en particular, la educación infantil y la formación continua para niños y jóvenes.
La celebración de este año también tiene por objetivo fomentar el debate acerca de la importancia de «los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y la adopción de estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad entre los géneros, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y de la contribución de la cultura al desarrollo sostenible».
La celebración del Día Internacional de la Familia es por tanto una oportunidad en todo el mundo, para que las familias demuestren su solidaridad y reflexionen sobre cómo mejorar la relación entre todos sus miembros.